“Cosa que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual y es capaz de atraer la atención y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, dolor u otros afectos más o menos vivos o nobles.” Tercera acepción del diccionario “on-line” de la Real Académica Española.
Cuando nos hablan de espectáculo tendemos a imaginar un gran teatro, una enorme pantalla de cine, un gran escenario repleto de luces y sonido o una gigantesca carpa de circo.
Siempre he intentado disfrutar del momento, escuchar la música en vez de oírla, saborear el trago que te lanzas al estómago, perderse en un destino, improvisar una conversación, doblar la esquina al final de la calle… en definitiva… disfrutar de la vida.
Son muchas las veces en las que busco esos momentos de disfrute. Una noche de teatro, un estreno de cine, un buen plato en tu restaurante favorito, poner una canción que te gusta conduciendo en la oscuridad de la noche, dormir acompañado del susurro del locutor/a de radio… pequeños espectáculos sensoriales que hacen más bonita la vida y más llevadero el camino.
Por otro lado tenemos los espectáculos casuales. Los espectáculos casuales son los que no buscamos, los que encontramos por casualidad al tiempo que caminamos por las gastadas baldosas amarillas. Disfrutar de la lluvia desde una ventana, refugiarse en el calor de un fuego durante una fría noche de invierno, sonreír ante un pasaje de un libro escogido al azar en una biblioteca, recibir una felicitación de una persona que creías que no te recordaba, escuchar el canto de un pájaro al tiempo que das un paseo, reconocer que una canción te encanta al tiempo que la estás descubriendo…
Hace unos días pude disfrutar de este “espectáculo casual”. En el aparece el “Kuroshio Sea” Okinawa (Japón), el segundo acuario más grande del mundo.
No sólo estamos ante un espectáculo visual, también sonoro. Son los “Barcelona”, un grupo estadounidense que se ha ganado la fama gracias a su tema “Please don´t go” pero sobre todo a la publicación de su canción en este video.
Una combinación perfecta, la belleza cautivadora de la naturaleza (artificial) en conexión con una de las obras más enriquecedoras del ser humano, la música. Una obra hecha a conciencia, un regalo para los sentidos.